Vamos a prepararnos para la campaña-farsa que se avecina, estos políticos inútiles que son incapaces de formar gobierno, riéndose de todos nosotros sin dejar de cobrar sus suculentos sueldos y ahora nos querrán vender la moto de que todos están preparados para gobernar, y a cuál mejor.
Ya estoy deseando oír la sarta de mentiras que nos van a volver soltar y ver cuántos hablarán de obligar a los bancos a devolver los 60.000 millones que se les prestó y que nunca más se supo, a ver cuántos hablarán de esa pantomima que es la constitución con la que se les llena la boca y donde según ese panfleto, todos tenemos derecho a una vivienda digna en la que no puede entrar la policía sin orden judicial, pero si te la ocupa un yonqui no puedes echarlo ni con agua caliente, a ver cuántos hablarán del descontrol con la inmigración..., de los manteros..., de esa justicia de pandereta cuyas leyes están hechas por anormales y que los jueces aplican cuando les conviene y como les sale de los cojones, mayoritariamente favoreciendo al delincuente, a ver cuántos hablarán de regular sus sueldazos y eliminar los miles de cargos superfluos..., o de las puertas giratorias, con esas indemnizaciones y jubilaciones desorbitadas, a ver cuántos hablarán del descarado robo de las eléctricas, que llevan décadas saqueando los bolsillos de los más necesitados gracias a esos políticos enchufados en sus cúpulas directivas, de la manipulación mediática o de las Sicav, donde los millonarios pagan un simbólico 1% mientras a ti te fríen a impuestos y los ladrones de los bancos te cobran hasta por respirar.
Llevamos toda la dictocracia manteniendo esa parasitaria Casa Real, a la que nadie ha votado, nadie ha elegido, viviendo como señores feudales en pleno siglo XXI pero que ni unos, ni otros se atreven a meter mano, llevamos toda la vida manteniendo esa secta llamada iglesia, dotada de todo tipo de privilegios y actuando como una verdadera organización mafiosa sin rendir cuentas a nadie y viviendo del cuento a costa de los tontos que trabajan en este país y, ni unos ni otros se atreven a exigirles que rindan cuentas.

En definitiva, todo aquel que crea en la existencia de la democracia, la política y la justicia de este país, que vote con toda la ilusión del mundo, está en su derecho, eso sí, que no se haga ilusiones con un hipotético cambio, porque mientras este putrefacto sistema no realice un giro de ciento ochenta grados, de cambiar, NADA de NADA, sino, como siempre digo…, al tiempo.
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